Las emociones en sí mismas no son las responsables de que algo nos afecte en mayor o menor medida, sino la forma de afrontarlas. Cuando no somos capaces de llevar a cabo estrategias de afrontamiento adecuadas, como pueden ser:
- Identificar las emociones
- Comunicar los sentimientos
- Afrontar los recuerdos, normalmente dolorosos, etc.
Es cuando surgen los problemas que nos afectan, y entre ellos podemos encontrar los malos hábitos alimentarios.
“Los hábitos alimentarios son un reflejo de las necesidades afectivas
y de la situación mental de la persona.”
Están determinados por factores biológicos, sociales, culturales y psicológicos, que pueden desencadenar alteraciones en el comportamiento alimentario.
Una pequeña explicación biológica:
Las emociones negativas son percibidas como una amenaza, esto provoca que se libere glucosa en sangre y a su vez suprime la sensación de hambre.
¿Esto qué quiere decir? Que cuando comemos como respuesta a emociones no se desencadena un mecanismo fisiológico, sino una conducta aprendida en la sociedad.
Por lo general, las emociones que desencadenan la ingesta excesiva son negativas, sin embargo, también puede ser desencadenada por emociones positivas.
El comer emocional no tiene como objetivo saciarse, la persona come en exceso como respuesta a una emoción determinada, y tiende a seleccionar alimentos de alta densidad energética.
¿Cómo puedo diferenciar qué tipo de hambre tengo?
Hambre física o real:
- Se sitúa en el estómago
- Se come despacio, saboreando
- Aparece de forma gradual después de varias horas sin comer
- Después de ingerir alimentos, desaparece
- Se queda una sensación de satisfacción y plenitud
- No aparecen sentimientos negativos
Hambre emocional:
- Se sitúa en la cabeza
- Se come de forma impulsiva, sin control
- Surge en cualquier momento de forma repentina
- Hay preferencia por comida de alta densidad energética
- La sensación de hambre persiste después de ingerir alimentos
- Aparecen sentimientos de culpa y vergüenza
¿Qué puedo hacer para cambiar el hambre emocional a hambre real?
1. Trabajar las estrategias de regulación emocional:
Son muy importantes para mantener el autocontrol y mantenerse en un estado anímico equilibrado. Además, nos ayuda a influir en nuestra dieta y otras áreas de nuestra vida.
¿Cómo sé que utilizo estrategias de regulación externas y disfuncionales?
Si recurrimos a controlar una emoción negativa con algunas de estas conductas, cuyo objetivo es hacernos sentir mejor:
- Alimentos
- Drogas
- Tabaco
- Alcohol
- Juegos
- Adicción al sexo, etc.
2. Trabajar la reevaluación cognitiva:
Con ella se puede modificar la forma de ver y experimentar un evento, cambiando el efecto emocional que tiene sobre nosotros. Permite disminuir las experiencias emocionales negativas.
3. Trabajar la supresión expresiva:
Tendemos a reducir o inhibir los estados emocionales, porque lo que queremos es sentirnos bien. El hecho de hacer esto se ha relacionado con una disminución de la autoestima y del apoyo social.
Reduciendo o inhibiendo los estados emocionales solo conseguimos modificar el estado fisiológico y de expresión de las emociones, pero la experiencia emocional no disminuye.
Jessica López Folgado
Confundadora de (entre) Centro Psicológico. Psicóloga sanitaria, psicogerontóloga y experta en terapia Cognitivo-Conductual para el estrés, la ansiedad y la depresión.
Referencias
Díaz Pérez, S., & Beltrán Morillas, A. (2021). Ansia por la comida y alimentación emocional: variables asociadas. REIDOCREA, 10 (37), 1-10.
Sánchez Benito, J., & Pontes Torrado, Y. (2012). Influencia de las emociones en la ingesta y control de peso. Nutrición hospitalaria, 27 (6), 2148-2150.
Vital Ordoñez, S. (2020). El hambre emocional y su relación con el sobrepeso y la obesidad. Psic-Obesidad Boletín electrónico de Obesidad desde una perspectiva cognitivo conductual, 18-26.